Los gatos negros han estado durante siglos perseguidos de forma injusta. No obstante, hubo un tiempo en el que fueron considerados sagrados y en la actualidad, algunas culturas conservan un legado muy bonito hacia estos animales. Si quieres conocer la mágica historia de los gatos negros, ¡no te pierdas lo que tenemos que contarte!
La historia de los gatos negros y el papel de la Iglesia
Los gatos negros no siempre fueron vinculados con la magia negra y la mala suerte. En el esplendor del Antiguo Egipto, una civilización se desarrollaba con gran impulso y todos los gatos gozaban de una posición privilegiada. Por aquel entonces, no existía la religión cristiana ni tampoco el concepto de la magia oscura, como la conocemos en la actualidad.
Dos mil años a.C. los felinos ya eran realmente dioses: ayudaban a los humanos a controlar las plagas y mantener las cosechas. Los egipcios podían vivir con más tranquilidad y eran miembros importantes de las familias.
Después de muchos siglos, surgió la religión cristiana y pasaron de ser dioses a demonios. Los felinos con pelaje negro estaban vinculados a la mala suerte y la magia negra. El color negro, en este caso, contradecía al blanco u otros colores ligados a la divinidad. Desde ahí, comienza a desarrollarse toda una teoría sobre este concepto.
Por otra parte, muchas mujeres que tenían amplios conocimientos sobre los usos de las plantas en la medicina, pasaron a ser tildadas de brujas. La Iglesia no deseaba que las mujeres tuvieran el poder de mejorar la salud porque les otorgaba un poder importante en la sociedad.
De tal manera ocurría con los pueblos celtas donde las curanderas eran vistas como un elementos fundamental del bienestar de los pueblos. Estas mujeres fueron perseguidas hasta la muerte para que dejaran de ejercer su conocimiento medicinal.
Otros países y colectivos que aman a los felinos negros
No solo el Antiguo Egipto amó a los gatos y los divinizó. En Escocia, los felinos de pelaje azabache están considerados portadores de buena suerte. Lo mismo ocurre con el caso de los marineros, que creían que llevar un gato a bordo siempre era sinónimo de buena suerte.
Por otra parte, en la Inglaterra victoriana se creía que si un gato negro se cruzaba con una pareja tendrían buena suerte en su matrimonio.
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